La supuesta sobrina nieta del pintor rococó Jean-Honoré Fragonard, nació en Bourges en el seno de una familia acomodada, en la que era tradicional la afición a las artes, aunque no por ello dejó de sorprender a su familia cuando eligió convertirse en una pintora profesional. Su abuelo paterno fue un arquitecto de renombre, y su padre, Tiburcio Morisot, había sido discípulo de la Escuela de Bellas Artes, visitando Italia y Grecia. Más tarde cambió de rumbo sus aficiones ingresando en la administración pública, llegando a ser gobernador de varios departamentos importantes.
Durante su residencia en Bourges, capital del departamento del Cher, nació Berthe Marie Pauline, la última de sus tres hijas. Ascendiendo en su carrera fue nombrado consejero del Tribunal de Cuentas, trasladándose por esta razón a París, en donde pudo desarrollarse el talento que desde muy niña había demostrado Berta para la pintura.
La artista en sesión fotográfica
El primer maestro de Berthe fue Guichard, pintor de pocas dotes, pero excelente profesor para principiantes, y estudió tres años en la Escuela de Bellas Artes de París. Ya en posesión de la técnica de la pintura, Berthe y su hermana Edma (que también cultivó por algún tiempo la pintura) sintieron gran admiración por la obra del admirable paisajista de la Escuela de Barbizon Corot. En 1860, Jean-Baptiste Camille Corot tomó a Berthe como su discípula y la introdujo en los círculos artísticos. Fue el pintor que más influyó en ella hasta que conociera a Édouard Manet en 1868.
La artista en su estudio
El primer envio al Salón de París, momento decisivo para los artistas franceses de la época, data de 1864 en la que mandó dos paisajes. Las obras de Berthe y de su hermana Edma, figuran en los catálogos de 1864, 1865, 1866, 1867 y 1868. Desde esta última época, solo Berthe continuó cultivando la pintura y exhibió continuamente en el Salón hasta 1874, año de la primera exposición impresionista, en la que expuso La cuna, en el que muestra a una madre agotada que mece la cuna de su bebé.
La cuna
Durante su aprendizaje, las hermanas Morisot habían trabajado en el Louvre, al lado de Édouard Manet, que era entonces un joven pintor desconocido y uno de los copistas de obras maestras antiguas, trabajo que a la sazón estaba muy en boga. Ella fue la que convenció al maestro de pintar al aire libre y lo atrajo al grupo de pintores que serían posteriormente los impresionistas. Manet, sin embargo, nunca se consideró impresionista, ni estuvo de acuerdo con exhibir junto al grupo.
Berthe Morisot pintada por Monet
Desde el triunfo del maestro en el Salón de los rehusados (1863), las relaciones entre las señoras Morisot (madre e hijas) y la esposa y madre política de Manet, fueron cordiales, estableciéndose gran amistad entre las dos familias. Más tarde, en 1874, Berthe se casó con Eugène Manet, hermano menor del gran pintor y continuó firmando sus obras como antes de cambiar de estado contra la costumbre francesa, según la cual, al casarse, la esposa emplea únicamente el apellido del marido.
La excelente posición social de que gozaban ambos cónyugues les permitió cultivar afectuosas relaciones de amistad con un corto múmero de amigos elegidos entre los mejores artistas de la época. Edgar Degas, Renoir, Pissarro, Claudio Monet y Édouard Manet frecuentaban la casa construida por Eugéne Manet, tanto para reunir en ella obras escogidas de los pintores amigos, como para facilitar el trabajo de la dueña de la casa.
También frecuentaba el cenáculo el poeta Stéphane Mallarmé, respetuoso admirador de Berthe, a quien debió la pintora que una de sus obras fuese adquirida por el Museo del Luxemburgo. El director de Bellas Artes, Roujon, asesorado por Bénédite, director del Museo mencionado, y Benoit, conservador del Louvre, supo evitar que la adquisición de la obra (en 4.500 francos) desencadenase nuevamente la cólera que despertó la admisión de la colección Caillebotte en un Museo del Estado. Berthe Morisot pudo en aquella ocasión salir del nivel de mera aficionada, en el que estaba relegada sin duda a causa de su holgada situación, experimentando por primera vez la satisfacción de ser tratada como un pintor profesional.
El gusto de los impresionistas por perfeccionar el reflejo de la luz se manifiesta explícitamente en Mujer arreglándose, obra de una gran maestría en la que se muestra a una sensual mujer arreglándose el cabello.
Degas escribió en una ocasión: «Lo fascinante no es mostrar la fuente de luz, sino el efecto que ésta crea». Y tal parece haber sido la técnica que Morisot empleó en el cuadro. También son muy conocidas Frente al espejo, en la que se muestra a una joven coqueta observándose frente a un espejo envuelta en una luz dorada y En el baile, en la que se muestra a una bella joven morena, con un exquisito vestido blanco y su abanico de colores.
Podemos ver una fotografía de la artista donde lleva un vestido y un peinado muy parecido al de su obra El vestido negro
El vestido negro
La pintora, al igual que Manet, fue un tanto reservada en su método y prefirió trabajar con un estilo más preciso y no tan abstracto como el resto de los impresionistas. Morisot pintaba la inmediatez, lo que veía en su vida normal. Como una mujer de la alta burguesía, estaba habituada a escenas domésticas, deportes campestres y un amplio círculo de mujeres y niños, ya que el mundo masculino les estaba vetado. Sus obras se centran en las mujeres, bien como protagonistas de un retrato, bien como estudios femeninos generales que muestran al individuo en su cotidianeidad. Asimismo atesoraban una sensibilidad femenina que se traslucía por la claridad de los tonos, los matices de los colores y la delicadeza de los valores.
La vida de Berthe Morisot se vio ensombrecida por la muerte de Édouard Manet en 1883, la de su esposo, Eugène Manet, en 1892, y la de su hermana. Educó sola a su hija, Julie Manet, con quien mantuvo siempre lazos muy fuertes. Al morir a los cincuenta y cuatro años, confió su hija a sus amigos, Edgar Degas y Stéphane Mallarmé.
Berthe Morisot murió en 2 de marzo de 1895 en París y está enterrada en el cementerio de Passy en París.
En la actualidad, sus pinturas pueden alcanzar cifras de más de 4 millones de dólares.